19 de Julio de 2013 - AGIOS NIKOLAOS - SITEIA

Pero resulta que la peque ha dormido fatal, no se encuentra bien y no quiere ni moverse de casa. Vaya, qué contrariedad, y ahora ¿qué hacemos?, pues nada, nos quedamos de visita en Agios Nikolaos y en otra ocasión o en otra vida, más bien, tal vez podamos conocer personalmente la susodicha playa de Vai, que será tan turística como las demás, me digo para consolarme.
Estamos más cerca de Agios Nikolaos de lo que pensábamos, pero aún así, nos desplazamos en coche, y nada más llegar vamos en busca de un supermercado para comprarle a la niña una bebida isotónica, a ver si se entona un poco. Mientras tanto, paseamos por el puerto de Agios Nikolaos, muy tranquilo a primera hora de la mañana.
Turístico, pero no tan exagerado como otros lugares que hemos conocido en este viaje, aunque también es cierto que con menos encanto que Chania o Retimno, por ejemplo.
A veces los lugares me parecen bonitos, pero demasiado artificiosos y casi prefiero lugares menos espectaculares pero que me den más autenticidad.
Así es que cuando haga el balance final de Creta, tal vez recuerde estos lugares del este como más reposados y de mi gusto. Todavía no tengo la perspectiva suficiente.
Una de sus principales atracciones es su lago. De hecho, muchos de los establecimientos tienen que ver con él: “Lago azul”, “Hotel du lac” y, es que es la parte más bonita del pueblo. El contraste de colores con la bahía de Mirabello, que está al lado, resulta muy atractivo. Lago y mar se unen a través de un canal.
Este lago, llamado Voulismeni, tiene una profundidad aproximada de diez metros, aunque hay una leyenda sobre el mismo, que dice que no tiene fondo. Esto lo hace más atractivo.
Después nos vamos metiendo por las callejuelas de Agios Nikolaos, con los tenderetes habituales y nada de particular.
Como nuestra enferma se va recuperando, y el paseo se nos ha quedado corto, miramos la guía a ver si tenemos alguna alternativa que complete la mañana. Descartada la playa, decidimos acercarnos a la ciudad más septentrional de la isla, o casi, Siteia.
El trayecto hasta llegar allí es agradable, pero mucho más largo de lo que pensábamos. Nos hemos ido acostumbrando a las peculiaridades de la conducción en Creta, pero algún camión nos dificulta la marcha y también hay muchos guiris, como nosotros, que no se han enterado todavía de que en Creta se conduce en el arcén (es que prácticamente es así) y el carril se usa para adelantar.
Llegamos tarde a Siteia, nos ha costado demasiado, tal vez no ha sido una buena elección venir aquí. Son sesenta kilómetros pero con curvas y dificultades, en los que hemos invertido buena parte de la mañana, un poco tontamente.
El pueblo, al menos, tiene su atractivo. Casi me atrevo a decir que, junto con algún pueblo del interior, es el menos turístico que hemos encontrado. Salvo la zona del puerto, con algún restaurante, el resto tiene una apariencia de lo más normal, lo que yo agradezco muchísimo.
Dejamos el paseo para más tarde y buscamos un sitio para comer. Incluso nos animamos a hacer una comida un poco más especial que en días anteriores, ya que nuestro viaje está tocando a su fin.
Comidos y reposados, nos damos una vuelta por este pueblo tan normal, que me parece increíble.
Gente corriente paseando por calles con establecimientos griegos que no pretenden atraerte para que te compres esto o aquello. Es agradable conocer algo de la cotidianeidad de la vida, en una ciudad cretense.
Gente corriente paseando por calles con establecimientos griegos que no pretenden atraerte para que te compres esto o aquello. Es agradable conocer algo de la cotidianeidad de la vida, en una ciudad cretense.
Nos tomamos, por último, un café frappé, tan de moda en Creta. Va todo el mundo con su vaso de plástico y su pajita, por la calle. Por fin logro hacerme con el mío y el invento no está nada mal.
Volvemos a Agios Nikolaos y, aunque tal vez han sido demasiados kilómetros para llegar hasta aquí, la visita a Siteia, no ha estado mal.
En nuestro apartamento, las niñas aprovechan para bañarse en la piscina. A mí no me apetece mucho, ya que hace demasiado viento y me dedico a preparar el itinerario de mañana.
Más tarde, todavía volveremos a Agios Nikolaos, para dar un paseo vespertino y ver la vida nocturna del lugar. Nuestras hijas no quieren acompañarnos, así es que lo hacemos en solitario (y aprovechando mejor la visita, hay que decir) rodeando el lago nuevamente, al que las horas de la tarde dan diferentes colores, que le sientan estupendamente.
Callejeamos por las mismas calles por las que hemos estado esta mañana, pero que ahora están mucho más repletas.
Callejeamos por las mismas calles por las que hemos estado esta mañana, pero que ahora están mucho más repletas.
Descubrimos otras zonas, como un pequeño parque en el que un grupo de niños juega al fútbol y otro de niñas, a las maestras. Hay turistas y abuelos. Gente de fiesta y gente que pasea sin más, como nosotros. No demasiado bullicio, tampoco tranquilidad absoluta. Así es Agios Nikolaos, un término medio apacible en el que encuentras un poco de todo.
Como nuestras hijas se han quedado solas en el apartamento, no volvemos muy tarde y las encontramos en animada conversación con un matrimonio chipriota y su hijo. Nos unimos a la reunión y por casi dos horas compartimos (con una mezcla de idiomas algo penosa, sobre todo por nuestra parte, hay que decir) experiencias viajeras y familiares con los vecinos de apartamento que, amablemente, nos invitan a vino y son extremadamente hospitalarios y simpáticos.
Si ya tenía Chipre en punto de mira para unas posibles vacaciones, gana puntos con este encuentro. Debe de ser un lugar interesante y por qué no. La señora, cuya madre es española, nos recuerda que hay viajes con Ryanair desde Gerona. Es una posibilidad.
Mañana nuestro último día.
Un lugar me llama poderosamente la atención y propongo a mis acompañantes que, de camino, hagamos una parada que creo será interesante para todos, se trata de la Isla de Spinalonga.
Nos hacemos un lío porque hay una caseta de venta de entradas para grupos organizados y otro para gente que va por libre, digamos, y cuando por fin logramos estar en el lugar adecuado, sacamos las entradas, más bien caras, creo que fueron 10 euros por persona, que para lo que es la visita nos resultó abusivo, la verdad.
Investigando por la web, doy con un libro que precisamente me estoy leyendo ahora: "La isla" de Victoria Hislop, una escritora británica que escribió una historia localizada en Spinalonga y que daría lugar posteriormente a una serie de televisión de mucho éxito.
De nuevo en Plaka, tenemos la certera sensación de que nuestro viaje, ahora sí, ha llegado a su fin, aunque las escasas horas que nos quedan de estancia en Creta, intentaremos aprovecharlas de la mejor manera, así es que...
Camino a Heraklion, paramos en una pequeña taberna a pie de carretera y degustamos la que, posiblemente, fuera la mejor comida del viaje a base de especialidades griegas servidas en pequeños platitos, hechos con mucho amor, por la excelente cocinera que se adivinaba en el interior del local y servidas con esmero por su hijo que se esfuerza en desgranarnos los ingredientes de todos ellos. Si a ello unimos la invitación a postre y licor por la casa, podemos decir que nos quedamos más que satisfechos.
Pasamos por una zona terriblemente turística, con bloque de apartamentos uniformizados e instalaciones pensadas para la diversión despersonalizada, que preferimos olvidar.
Casi sin pensar nos volvemos a encontrar en el que fue nuestro punto de partida, la capital de la isla de Creta, Heraklion.
Como nuestro avión sale a las seis de la mañana hacia Atenas (vinimos en vuelo directo con "Vueling" y nos vamos con "Egeas Airlines" con una escala de apenas una hora en Atenas), hemos elegido un hotel cercano al aeropuerto, sin mayores pretensiones que la comodidad. No sabemos que nos espera una sorpresa final.
Pero no adelantemos acontecimientos. De momento, instalados en el hotel y con nuestras hijas decididas, cómo no, a aprovechar la piscina del mismo, los mayores nos vamos a hacer la visita que dejamos pendiente el primer día: El Museo Arqueológico de Heraklion.
Algo más pequeño de lo que esperábamos, en ese museo se encuentran alguna de las piezas claves de la época minoica, aunque hallamos muchos espacios vacíos por haber sido llevados a una exposición temporal en Atenas.
Nos sorprende el fresco conocido como de "La Tauromaquia" que proviene, como muchos otros, del Palacio de Knossos.
Entre los más populares, la diosa con figura de serpiente, expuesta en una pequeña vitrina y a la cual recuerdo de los libros de texto, al hablar de las culturas cretenses.
Y, nos hace especial ilusión, poder ver de cerca el todavía indescifrado disco de Festos, después de haber visitado hace unos días el yacimiento en el que fue encontrado.
De vuelta al hotel, con no más planes que una cena rápida en la habitación y a la cama, que mañana madrugamos, nos avisan en la recepción que hay una celebración privada en la piscina del hotel, en honor a un patriarca griego que por más que nos esforzamos en saber exactamente quién era, no lo conseguimos.
Realmente no entendimos el por qué le hicieron una gran cena de gala precisamente en este hotel "Sofía" que no tenía nada de particular. Como estábamos muy poquitos turistas, amablemente, se nos permitió quedarnos en un rinconcito discreto a disfrutar de la fiesta y sobre todo de los bailes típicos que tuvieron lugar en el recinto de la piscina, teniendo que hacer los bailarines auténticos esfuerzos para llevarlos a cabo, en un espacio tan reducido.
No pudimos sacar muchas fotos y la mayoría no están muy bien, así es que quede la anterior como testimonio de que tuvimos una despedida mejor de la que esperábamos, en nuestro día previo a la partida.
CONCLUSIONES FINALES
Creta nos parece un destino muy recomendable para las vacaciones. Si se viaja con niños, es perfecto, porque puedes compaginar las visitas culturales con hermosas playas y así todos contentos. Es fácil hacer un recorrido por la isla por uno mismo, con un coche de alquiler, aunque hay que tener en cuenta que la autovía principal sólo recorre el norte de la isla y que el interior es muy montañoso, por lo que conviene planificar bien los recorridos para no perder horas por precarias carreteras que destrozarán nuestros nervios.
A tener en cuenta, la peculiar conducción cretense. Lo hacen por el arcén. Si no vas por el arcén, que es muy ancho, te pitan. Así es que conviene mimetizarse en cretense cuanto antes, para evitar disgustos.
Finalmente, hago mías las palabras que nuestra amiga Caliope en su blog "Viajes y vivencias" decía en relación a su viaje por la isla de Creta, pues como ella, yo también tengo la sensación de haber llegado veinte años tarde a esta isla. Sin duda, en otra época tuvo que ser un destino mucho mejor de lo que es ahora, con demasiadas concesiones a un turismo masivo que no le beneficia precisamente.
Ha valido la pena llegar hasta aquí, perdernos en los azules intensos del Mediterráneo, recorrer las huellas de antiguas civilizaciones, dejarnos envolver por la quietud de los monasterios perdidos en la montaña, que nos hablan de lucha y resistencia como valores intrínsecamente cretenses.
Ojalá eso no se pierda nunca.
Gracias por vuestra lectura.
20 de Julio de 2013 - Isla de Spinalonga - Heraklion
En nuestro último día, tenemos que emprender el regreso a Heraklion, que es donde deberemos tomar el avión que nos llevará a Madrid al día siguiente, así es que las posibilidades en cuanto a itinerarios son limitadas.

La situamos en el mapa:
Spinalonga es un nombre italiano que significa "espina larga" y es una de las más hermosas islas de Grecia.
Situada entre la ciudad de Elounda y el Golfo de Mirabello, para llegar a ella hay dos opciones, o bien seguir un camino asfaltado dese la bahía de Elounda o bien tomando un ferry en Plaka, que es lo que nosotros hacemos.
Plaka es una ciudad de veraneo con una famosa playa. Cercana tanto a Agios Nilkolaos como a Elounda, tiene muchos establecimientos lujosos y un turismo más bien de clase alta, o esa es nuestra impresión. Nosotros nos limitamos a acercarnos al puerto para tomar el siguiente ferry que salga para la isla.
Spinalonga es un nombre italiano que significa "espina larga" y es una de las más hermosas islas de Grecia.
Situada entre la ciudad de Elounda y el Golfo de Mirabello, para llegar a ella hay dos opciones, o bien seguir un camino asfaltado dese la bahía de Elounda o bien tomando un ferry en Plaka, que es lo que nosotros hacemos.
Plaka es una ciudad de veraneo con una famosa playa. Cercana tanto a Agios Nilkolaos como a Elounda, tiene muchos establecimientos lujosos y un turismo más bien de clase alta, o esa es nuestra impresión. Nosotros nos limitamos a acercarnos al puerto para tomar el siguiente ferry que salga para la isla.
Mientras hacemos el pequeño viaje que nos llevará hasta la isla, iremos explicando más cosas de la misma. Por ejemplo que su historia comenzó en 1579, cuando los venecianos construyeron una fortaleza en el islote para proteger sus posesiones en Creta.
Esta isla fue también destino para los cristianos en tiempos de guerra, pues los muros, que llegan hasta la orilla del mar, impedían cualquier desembarco.
Más tarde fue conquistada por los turcos y años más tarde recuperada por los cretenses.
Pero su capítulo más siniestro, comienza a partir de 1890, cuando los cretenses mandaron a los leprosos que vivían en los acantilados a vivir allí, y pasó a convertirse en "la isla de los leprosos"hasta 1956, año en que el gobierno terminó con la leprosería. La isla contaba en esa época con una iglesia, un hospital y la casa de leprosos que quién la conocía la calificaba como "peor que una cárcel".
Una historia triste, para una bella isla. Pero estamos llegando.
Una historia triste, para una bella isla. Pero estamos llegando.
Pues ya estamos aquí. Y, de entrada la visita nos parece que no está demasiado bien planteada por los organizadores. Desembarcamos y un señor nos dice que tenemos una hora exacta para pasear por la isla y nos esperan para la vuelta. Un pequeño plano y a buscarnos la vida.
Un tanto enfadados, intentamos aprovechar lo mejor que podamos el tiempo, lo que no nos va a resultar fácil.
La isla está completamente deshabitada. No hay ningún tipo de servicio. Lo que sí hay es muchos turistas que, como nosotros, comienzan un recorrido caótico que nos va a saber a poco.
Imagino que si el recorrido lo hubiéramos hecho en solitario, las sensaciones que percibiríamos serían muy diferentes.
La soledad, el silencio que envuelve este enigmático lugar nos habría causado, cuando menos, inquietud.
Como cualquier lugar deshabitado en el que imaginas que, años atrás, hubo vida. Que tal vez fue un lugar como cualquier otro de Creta, con sus cafés, sus tiendas, con su pequeña iglesia, a la que ahora llegamos.
Pero, por mucho que lo intentamos el panorama tiene más que ver con esto:
La soledad, el silencio que envuelve este enigmático lugar nos habría causado, cuando menos, inquietud.
Como cualquier lugar deshabitado en el que imaginas que, años atrás, hubo vida. Que tal vez fue un lugar como cualquier otro de Creta, con sus cafés, sus tiendas, con su pequeña iglesia, a la que ahora llegamos.
Pero, por mucho que lo intentamos el panorama tiene más que ver con esto:
Nos alejamos de la ciudad y de las masas, dirigiéndonos hacia el exterior de la isla, dónde encontramos un promontorio con una escarpada bajada al mar.
Este sería el límite de los habitantes de la isla cuanto fue utilizada como leprosería. Una isla a la que miles de enfermos de lepra, de toda Grecia, llegaron en un viaje que sólo tenía billete de ida y allí permanecerían muchos de ellos, recluidos hasta su muerte.
Este sería el límite de los habitantes de la isla cuanto fue utilizada como leprosería. Una isla a la que miles de enfermos de lepra, de toda Grecia, llegaron en un viaje que sólo tenía billete de ida y allí permanecerían muchos de ellos, recluidos hasta su muerte.
Esta isla podría contarnos tantas historias...
Volvemos a adentrarnos por otra de las laberínticas calles, intentando llegar hasta lo más alto de la fortaleza, para tener nuevas visiones desde lo alto, pero lo que vemos es que la gente se va agrupando y comprobamos que nuestro tiempo se va agotando sin haber hecho más que una visita parcial e incompleta.
Volvemos a adentrarnos por otra de las laberínticas calles, intentando llegar hasta lo más alto de la fortaleza, para tener nuevas visiones desde lo alto, pero lo que vemos es que la gente se va agrupando y comprobamos que nuestro tiempo se va agotando sin haber hecho más que una visita parcial e incompleta.
Sólo nos queda la vuelta, intentando captar imágenes al vuelo.
Precisamente una de ellas pertenece al cementerio de la colonia de leprosos, últimos habitantes de la isla, cuya visión resulta un tanto sobrecogedora.
Se acabó el tiempo y yo me quedo un poco frustrada de esta visita, planteada como turística y que no debiera ser así, ya que forma parte de la historia de Creta, aunque no sea un episodio fácil de recordar.

De momento parece interesante, y su protagonista tiene la oportunidad de hacer un recorrido mucho más profundo y detallado, que el que nosotros pudimos hacer.
De nuevo en Plaka, tenemos la certera sensación de que nuestro viaje, ahora sí, ha llegado a su fin, aunque las escasas horas que nos quedan de estancia en Creta, intentaremos aprovecharlas de la mejor manera, así es que...
Camino a Heraklion, paramos en una pequeña taberna a pie de carretera y degustamos la que, posiblemente, fuera la mejor comida del viaje a base de especialidades griegas servidas en pequeños platitos, hechos con mucho amor, por la excelente cocinera que se adivinaba en el interior del local y servidas con esmero por su hijo que se esfuerza en desgranarnos los ingredientes de todos ellos. Si a ello unimos la invitación a postre y licor por la casa, podemos decir que nos quedamos más que satisfechos.
Pasamos por una zona terriblemente turística, con bloque de apartamentos uniformizados e instalaciones pensadas para la diversión despersonalizada, que preferimos olvidar.
Casi sin pensar nos volvemos a encontrar en el que fue nuestro punto de partida, la capital de la isla de Creta, Heraklion.
Como nuestro avión sale a las seis de la mañana hacia Atenas (vinimos en vuelo directo con "Vueling" y nos vamos con "Egeas Airlines" con una escala de apenas una hora en Atenas), hemos elegido un hotel cercano al aeropuerto, sin mayores pretensiones que la comodidad. No sabemos que nos espera una sorpresa final.
Pero no adelantemos acontecimientos. De momento, instalados en el hotel y con nuestras hijas decididas, cómo no, a aprovechar la piscina del mismo, los mayores nos vamos a hacer la visita que dejamos pendiente el primer día: El Museo Arqueológico de Heraklion.
Algo más pequeño de lo que esperábamos, en ese museo se encuentran alguna de las piezas claves de la época minoica, aunque hallamos muchos espacios vacíos por haber sido llevados a una exposición temporal en Atenas.
Nos sorprende el fresco conocido como de "La Tauromaquia" que proviene, como muchos otros, del Palacio de Knossos.
Y, nos hace especial ilusión, poder ver de cerca el todavía indescifrado disco de Festos, después de haber visitado hace unos días el yacimiento en el que fue encontrado.
De vuelta al hotel, con no más planes que una cena rápida en la habitación y a la cama, que mañana madrugamos, nos avisan en la recepción que hay una celebración privada en la piscina del hotel, en honor a un patriarca griego que por más que nos esforzamos en saber exactamente quién era, no lo conseguimos.
Realmente no entendimos el por qué le hicieron una gran cena de gala precisamente en este hotel "Sofía" que no tenía nada de particular. Como estábamos muy poquitos turistas, amablemente, se nos permitió quedarnos en un rinconcito discreto a disfrutar de la fiesta y sobre todo de los bailes típicos que tuvieron lugar en el recinto de la piscina, teniendo que hacer los bailarines auténticos esfuerzos para llevarlos a cabo, en un espacio tan reducido.
No pudimos sacar muchas fotos y la mayoría no están muy bien, así es que quede la anterior como testimonio de que tuvimos una despedida mejor de la que esperábamos, en nuestro día previo a la partida.
CONCLUSIONES FINALES
Creta nos parece un destino muy recomendable para las vacaciones. Si se viaja con niños, es perfecto, porque puedes compaginar las visitas culturales con hermosas playas y así todos contentos. Es fácil hacer un recorrido por la isla por uno mismo, con un coche de alquiler, aunque hay que tener en cuenta que la autovía principal sólo recorre el norte de la isla y que el interior es muy montañoso, por lo que conviene planificar bien los recorridos para no perder horas por precarias carreteras que destrozarán nuestros nervios.
A tener en cuenta, la peculiar conducción cretense. Lo hacen por el arcén. Si no vas por el arcén, que es muy ancho, te pitan. Así es que conviene mimetizarse en cretense cuanto antes, para evitar disgustos.
Finalmente, hago mías las palabras que nuestra amiga Caliope en su blog "Viajes y vivencias" decía en relación a su viaje por la isla de Creta, pues como ella, yo también tengo la sensación de haber llegado veinte años tarde a esta isla. Sin duda, en otra época tuvo que ser un destino mucho mejor de lo que es ahora, con demasiadas concesiones a un turismo masivo que no le beneficia precisamente.
Ha valido la pena llegar hasta aquí, perdernos en los azules intensos del Mediterráneo, recorrer las huellas de antiguas civilizaciones, dejarnos envolver por la quietud de los monasterios perdidos en la montaña, que nos hablan de lucha y resistencia como valores intrínsecamente cretenses.
Ojalá eso no se pierda nunca.
Gracias por vuestra lectura.