La visita a la casa de Ana Frank, suele ser una de las visitas más importantes que uno se plantea hacer cuando se encuentra en la capital de Holanda.
Para nosotros, al viajar con nuestras hijas, que acababan de conocer su historia, era una visita imprescindible y, para ello, reservamos con antelación las entradas a través de la página web, lo que es bastante recomendable, dado las inmensas filas que se montan cada día a la puerta de la casa.
Aquí está el enlace la página web a través de la que se pueden sacar las entradas y que además tiene muchísima información acerca de Ana Frank.
Antes que nada, y aunque es por todos conocida, hagamos un breve resumen de su historia:
Ana Frank fue uno de los varios millones de víctimas de la persecución de los judíos durante la segunda Guerra Mundial. Nació el 12 de junio de 1929 en Fráncfort del Meno (Alemania).
Cuando en 1933 llegó al poder Hitler e instauró un régimen antijudío, los Frank se trasladaron a Holanda. Se instalaron en Ámsterdam, donde el padre, Otto, fundó dos empresas: Opekta y Petatcon. La primera firma vendía un gelatinizante para mermeladas y la segunda condimentos para carnes. Ambas estaban en el mismo edificio.
En mayo de 1940, el ejército alemán ocupó Holanda, y será el 6 de julio de 1942 cuando Otto y Edith Frank y sus hijas Margot y Ana, pasaron a la clandestinidad, escondiéndose en el edificio situado en Prisengracht 263, donde Otto tenía sus empresas.
A ellos se sumarían Hermann y Auguste Van Pels, su hijo Peter y Fritz Pfeffer. El edificio constaba de dos partes, una casa de delante y una casa de atrás. Fue en las plantas superiores de ésta donde permanecieron los ocho "escondidos"
Como en otras ocasiones, si ello es posible, buscamos una referencia cinematográfica que pueda ambientar nuestro viaje o alguna visita significativa del mismo.
En este caso y, aunque existen muchas otras versiones, elegimos la película que nos pareció más representativa de la historia de Ana, la rodada en 1959 por George Stevens.
Esta película partía de una obra de teatro y la obra de teatro, del diario real de Ana, el que le regalaron sus padres al cumplir los trece años. En su diario Ana nos narró su vida, sus emociones y sueños, los que nunca llegaron a realizarse,en los tres años de vida que pasó escondida en "el anexo secreto".

La actriz elegida para el papel de Ana fue, tras una intensa búsqueda por parte de Stevens, la norteamericana Millie Perkins, aunque inicialmente se pensó también en Audrey Hepburn, que rechazó el papel, entre otras cosas, por la diferencia de edad con la supuesta Ana que debía interpretar.


Shelley interpretaba a la Sra. Van Daan (en el diario Ana no usó los nombres reales de sus acompañantes y a los auténticos Van Pels, pasó a llamarlos "Van Daan") teniendo que engordar más de diez kilos e ir perdiéndolos a lo largo del rodaje.
En sus memorias, la actriz evoca la película y recuerda su encuentro con Otto Frank:
"Un día, cuando ya llevábamos cuatro meses rodando, George nos dijo que almorzaríamos con Otto Frank. Fue muy valiente por su parte asistir a nuestro rodaje. Almorzamos con él vestidos con nuestros harapos malolientes de la Holanda ocupada durante la II Guerra Mundial. Temblando y con lágrimas en los ojos, contempló a los actores interpretando a sus amigos y familiares"

La película, por otra parte, intensifica la historia de amor entre Ana y Pete.
Leyendo el diario de Ana, es cierto que hubo un acercamiento entre ambos jóvenes, lógico por su edad y situación, pero más bien fue algo pasajero.
No obstante, ese encuentro le permitió a Stevens el rodaje de hermosas escenas que tenían lugar en el desván, la habitación de Pete, lugar privilegiado en la casa, pues a través de su ventana podían mirar hacia fuera, hacia el mundo exterior que les estaba vedado.
"Los dos miramos el cielo azul, el castaño sin hojas con sus ramas llenas de gotitas resplandecientes, las gaviotas y demás pájaros que al volar por encima de nuestras cabezas parecían de plata"
Ana Frank. 23 de febrero de 1944
En nuestro recorrido por la casa de Ana Frank en Ámsterdam, recordamos todos los espacios que habíamos visto recreados en la película.
Esta ventana es uno de los lugares en los que más nos detuvimos, aunque no se puede acceder al espacio propiamente dicho, sino que se ve la ventana reflejada a través de un espejo (foto tomada de la red, ya que no está permitido hacer fotografías dentro de la casa).
El castaño de indias que puede verse a través de la misma, suma 150 años y es el mismo que veía Ana durante los años de su encierro. ¿Sorprendente?, sí, una sabia decisión del Ayuntamiento de Ámsterdam que, el 27 de enero de 2008 y coincidiendo con la celebración del día del Holocausto, junto con la casa museo de Ana Frank y el Instituto de árboles holandés, decidieron preservarlo y pusieron en práctica un plan urgente para su conservación.
Una de las cosas que más sorprende en la visita a la casa, es que las habitaciones están vacías. Puede verse una maqueta mandada confeccionar por Otto Frank en 1961, y hay que hacer un esfuerzo con la imaginación para recrear en la mente la vida de ocho personas, no exenta de tensiones, como bien se refleja en la película de Stevens, en este reducido espacio.
La decisión de que la casa permanezca vacía fue por voluntad de Otto Frank, pues dicho vacío, simbolizaba, para él, el vacío de los millones de personas deportadas que nunca regresaron.
Uno de los lugares que más me conmovió, fue la puerta de acceso al refugio, una estantería giratoria fabricada especialmente para este fin, por la que ellos entraron y hoy lo hacemos nosotros, rememorando la historia de Ana, al igual que en 1959 lo hizo George Stevens, con su emblemática película.
"Montar en bicicleta, bailar, silbar, mirar el mundo, sentirme joven, saber que soy libre, eso es lo que anhelo"
Ana Frank. 23 de febrero de 1944
En nuestro recorrido por la casa de Ana Frank en Ámsterdam, recordamos todos los espacios que habíamos visto recreados en la película.

El castaño de indias que puede verse a través de la misma, suma 150 años y es el mismo que veía Ana durante los años de su encierro. ¿Sorprendente?, sí, una sabia decisión del Ayuntamiento de Ámsterdam que, el 27 de enero de 2008 y coincidiendo con la celebración del día del Holocausto, junto con la casa museo de Ana Frank y el Instituto de árboles holandés, decidieron preservarlo y pusieron en práctica un plan urgente para su conservación.
Una de las cosas que más sorprende en la visita a la casa, es que las habitaciones están vacías. Puede verse una maqueta mandada confeccionar por Otto Frank en 1961, y hay que hacer un esfuerzo con la imaginación para recrear en la mente la vida de ocho personas, no exenta de tensiones, como bien se refleja en la película de Stevens, en este reducido espacio.
La decisión de que la casa permanezca vacía fue por voluntad de Otto Frank, pues dicho vacío, simbolizaba, para él, el vacío de los millones de personas deportadas que nunca regresaron.

"Montar en bicicleta, bailar, silbar, mirar el mundo, sentirme joven, saber que soy libre, eso es lo que anhelo"
Ana Frank 24 de diciembre de 1943